![]() |
CIRCUNSTANCIAS |
—Sí, lo hice. Padre, no es demasiado, tú deberías
descansar también. Madre...uhm...bueno, ayer fui a recogerlo luego del
trabajo y sigue en mi casa, más tarde me arrastr, ehm...iremos de
compras al centro comercial, no debes preocuparte por nada, solo no te
esfuerces demasiado, por favor.
En lo que esa conversación se desarrollaba tan amenamente, Hideki alistaba dos tazas de cafés, panecillos de arroz con un poco de aderezo y algo de crema en un pocillo, de ser por él simplemente sería café, uno cargado y sin azúcar, pero tenía a su madre en casa, no quería más regaños sobre sus hábitos alimenticios. Sosteniendo el celular entre la oreja y el hombro iba ocupándose de dos o tres tareas al tiempo, como lo hace siempre que se presentan las condiciones propicias, realmente odiaba perder tiempo y a estas alturas de su joven vida, ya lo hacía por inercia, como respirar.
Por allí dicen que las costumbres arraigadas con el tiempo se convierten en persistentes mañas sin consciencia que se pasean invisibles en cada quien y el reloj en la pared daba la prueba irrefutable de que Hideki tenía más de una; eran las 6:45 am y él ya se había incluso aseado a gusto antes de bajar a la cocina, charlando por teléfono con su padre, preparando desayuno para él y su madre.
—No, no, por favor, no te preocupes por eso. Aunque, padre, ¿Pudiste revisar tu correo? Te he enviado algunas propuestas respecto al caso en el que estás trabajando, quizás debas adaptarlos un poco a ellos... Sí, padre. Aham... Lo entiendo. Entonces ¿Quieres hablar con mamá? ... bien, sí, se lo diré. Cuidate, por favor. Sí, nos vemos.
—¿Papá llamó?
La voz de Key fue tan repentina que provocó un escalofrío en Hideki, quien se estremeció, volteando sorprendido ya que estaba con la guardia baja, creyendo que el mayor seguía durmiendo; sin embargo, su madre sabía que se levantaba temprano por lo que se aseguró de seguirle el paso. Aunque siquiera hizo el más mínimo ruido de alerta al irse acercando a la cocina, él ya llevaba unos minutos allí, chismoseando un poquitillo de aquella charla entre su esposo y su muchacho.
—¡Madre! —exclamó antes de poder pensar en su actuar, escondiendo el celular en su pecho y enseguida bajándolo a la mesada. —¿Cómo es que siempre llegas sin que te sienta? Me asustaste. —tras su infantil reclamo, hizo una corta venia— buenos días, ve a la mesa, te hice el desayuno.
A Key le encantaba poder florecer en su hijo ese tipo de reacciones que sin sus estímulos jamás los tendría, su niño dulce y cariñoso se había convertido en alguien que aparentaba ser una piedra andante, sin embargo, él sabía que bajo esa gruesa piel seguía estando el pequeño berrinchudo que él dio a luz hacían ya veintitrés años.
Se fue acercando hasta poder acariciar la mejilla contraria con mimo, viéndolo a los ojos.
—Te ayudaré a llevarlo a la mesa. ¿Qué dijo papá? ¿Ya sabe cuándo regresa?
—No, el caso fue aplazado una semana más. ¿Volverás a tu casa?
—¿Hah? ¿Por qué me echas de tu casa cada que tienes oportunidad? Un mocoso tan cruel con su madre merece un par de nalgadas.
A pesar de lo absurdo de su comentario debido a la edad de su hijo y el tono en el que él mismo hablaba, había logrado robar una risilla de los labios del menor; no podía sentirse más orgulloso.
—Oh, madre... De verdad no puedo contigo. Que injusto.
Si bien las palabras de Hideki podrían interpretarse como crueles e irrespetuosas, su tono no lo fue y su madre respondió con una risa que no pudo reprimir.
—Yo te hice, más vale que pueda contigo, eh? Anda, a desayunar que quiero ir al centro comercial. Complace a tu pobre madre
Hideki rodó los ojos al recordar que debía ir al lugar que más odiaba; aborrecía el gentío y no había lugar más poblado que el bendito centro comercial. Dejó escapar un suspiro pesado cual prisionero cumpliendo condena, evitando mencionar nada y simplemente bebiendo un poco más de café.
—Hm~ Tu padre dijo que volvería a tiempo para tu revisión médica, pero si el caso se extendió, probablemente no lo logre. Tendremos que-
—Ya no soy un niño, madre —interrumpió bajando y apartando su taza. —Además, de todas formas vas a pedirle al doctor que te pase mi reporte al final, ¿Por qué te molestas en ir conmigo? Mejor ocupa ese tiempo en otra cosa...
—¿Te pego ahora o después? ¿Qué tendría que hacer sino acompañarte? Odias ir, eres capaz de desviar tu camino, como si no te conociera.
—Mm. Si saben que lo odio, dejen de hacer citas —respondió casual, ni negando ni aceptando la acusación de Key respecto a escapar de sus consultas. Simplemente bebiendo casual otro trago de café.
A pesar de las quejas, de los regaños y las lamentaciones, al final no pudo escaparse de ser arrastrado tienda por tienda, sirviendo de cargador andante, llevando los bolsos de las compras que innecesariamente iba realizando ese hombre a quien la segunda veintena no se le notaba en absoluto y peor, cualquiera lo pasaría como hermano de Hideki más que como uno de sus padres.
Con cara de berrinche y de pocos amigos, iba a pasos pesados tras Key, colgando un par de bolsas en cada hombro, totalmente desganado, con expresión ajena a lo circundante, notoriamente molesto de tener que pasar su domingo en un lugar que odiaba con el alma cuando podría estar en su departamento, escondido entre sus mantas, echado en el sofá viendo alguna película o leyendo algún libro de su interés;pero eso no pasó de ser una feliz escena solo en su mente. Pensaba él, algo malo debió haber hecho en su vida pasada para estar pagándolo ahora con una situación tan horrible; exactamente así, usando todo el tono de drama que cabía en su ser.
Mientras su imaginación volaba respecto a lo que pudiera estar haciendo, caminaba y se detenía casi programado al par que lo hacía Key. No tenía idea de porqué estaban llevando más zapatos, plumeros, lamparas con formas de diferentes animales, alfombras decoradas e incluso trajes de baño, nada de eso era necesario, casi sentía que todo era por castigarlo debido a alguna mala acción suya que no había notado.
—¡Ow!
Iba demasiado distraído, tanto que en un descuido terminó chocando contra alguien en pleno pasillo. Se recompuso al instante, bastante apenado, asumiendo su responsabilidad al reconocer que iba caminando por la luna hasta ese momento.
—Lo siento muchísimo, ha sido culpa mía. ¿Se encuentra bien? —en lo que hablaba, tras una venia por respeto, acomodó las bolsas que iba cargando y enseguida levantó la vista para ver a la desafortunada víctima de su despiste. Inconscientemente dio un paso hacia atrás al ver al hombre contra el que se estrelló. —a.ah... de verdad lo lamento, caballero.
Ese a quien se estaba dirigiendo enseguida respondió con una corta y casual risilla.
—No se preocupe, también ha sido culpa mía. ¿Usted se encuentra...bien? —la expresión en el rostro del extraño de la nada se vio perturbado y no fue precisamente por el encontronazo de segundos antes.
—¿Hide? —entre la cháchara normal de un lugar abarrotado, de la nada resaltó la voz de Key, acercándose a su hijo. Apoyó suavemente la mano en el hombro de este. — ¿Pasó algo? ¿Estás bien?
—Lo lamento, no se preocupen. De verdad ha sido culpa mía, así que, por favor, una disculpa —con una fugaz reverencia enseguida retomó su andar, pasando por un lado de padre e hijo y se fue alejando con prisas de huida.
—Uhm... Madre... ¿Has... terminado tus compras?
Key no era tonto, hacía tonterías, sí, pero todas y cada una con una razón por debajo y por detrás.
Era extraño que Hideki tartamudeara o cortara sus oraciones, por lo que se preocupó al escucharle.
—Cariño, ¿Te golpeaste? ¿Quieres ir al médico? —al tiempo de hablar, fue tomando una por una las bolsas que dejó cargar al más joven.
—Madre...apenas ha sido un choquecito, no exageres... Si terminaste... Quiero ir a casa... Por favor...Hay demasiado ruido aquí. ¿Puedes conducir? Me duele la cabeza...
Continuará...


0 Comentarios